viernes, junio 25, 2004
Post invitado, enviado por Joel:
Subo al subte siempre con 2 pensamientos recurrentes: ser conductor de uno de estos artefactos y pintar con murales todos los oscuros tuneles del subterraneo. Pero ese dia despues de pensar eso aparece un nene vendiendo estampitas, con el vuelto del pasaje le compro una y siento q ya hize la buena accion del dia. Pasan los minutos y me quedo perplejo al ver como ese mismo nene de 10 años usa una de mis monedas de 10 centavos para peinar y darse un pase de merca. Mi parada era la siguiente...
domingo, junio 13, 2004
Post invitado, enviado por Luba:
No sé si es una historia extraordinaria, pero a mí me sorprendió bastante. Fue en noviembre del año pasado, o diciembre. Yo salía de mi entrega de diplomas, y me tomé el subte en primera junta para venir a cambiarme a casa y después salir a ¿festejar?. Para la causa del relato cabe destacar que yo vivo en Belgrano, en la última estación de la línea D, entonces el viaje es más o menos de una hora.
Yo había dormido poco, así que como de costumbre empecé a roncar en el vagón. Cuando iba en la línea A, un señor con portafolio se sentó en frente mío. Luego en los pasillos para hacer combinación con la línea D, también lo vi. Entré al vagón y se sentó otra vez en frente mío. Yo seguía prácticamente dormida, entonces me subí y volví a conciliar el sueño. Ya por las últimas estaciones- sobre todo Juramento que es donde más se vacía- el asiento de al lado mío se desocupó y el señor se aproximó al mismo. Yo ya me había despertado. Cuando salgo de la estación estaba muy dormida, y me confundí de salida. Entonces ya saliendo de las escaleras mecánicas me quedé parada en la vereda intentando despavilarme y ver hacia dónde debía caminar. El señor sale y me ve, me pregunta si me perdí y le digo que no. Me dice que mientras dormía notó una extraña vibración entre nosotros dos. Me preguntó si estaba relacionada con la carrera de Letras, ya que la vibración que sintió probablemente se debió a eso. En efecto, estudio Letras le digo, pero no creo que exista ninguna vibración.
Me agarró del brazo y me invitó a tomar un café lejos de la zona, yo seguía dormida y con el uniforme, entonces lo solté, lo miré super extrañada y me fui a mi casa. Me siguió hasta la esquina.